domingo, 17 de mayo de 2009

¿ES EL TURISMO UNA OPCIÓN EN LA CRISIS?

Columna ENFOQUE SOCIOLOGICO

¿ES EL TURISMO UNA OPCIÓN EN LA CRISIS? GUSTAVO DE LA VEGA SHIOTA*

Es común que durante las épocas de aflicción aparezcan personas habilidosas y sin escrúpulos que ofrecen formulas mágicas para resolver el problema de forma fácil y rápida. Así, ahora que se vaticinan tiempos aun más difíciles para nuestro país, la sociedad mexicana deberá estar alerta ante la presencia de embaucadores que dirán que aun tenemos algunos tesoritos más a flor de tierra, que por nuestro candor no hemos sido capaces de ver, con los que se puede hacer el gran negocio de la historia.

Nuevamente, como con el petróleo, la intención será otorgar a intereses privados, nacionales y extranjeros, los bienes que son patrimonio de la nación y que no pueden ser sujetos de enajenación. Con información algunas veces cierta, pero siempre presentada mañosamente, como la usada hace unos meses para justificar la bancarrota de PEMEX y presionar para que se aceptara la inversión extranjera en la exploración y explotación del petróleo mexicano, ahora alegarán que las remesas que envían los mexicanos que trabajan en los Estados Unidos y que constituyen un importante ingreso de divisas se reducirán, pero que ya tienen la mágica solución: el turismo.

Se escuchará que tenemos diseminado a lo largo y ancho del territorio nacional las playas más maravillosas del mundo, los lugares más increíbles; joyas arqueológicas envidiables, ciudades enigmáticas y otros atractivos más que solo están esperando ser explotados en insólitos negocios.

Efectivamente, hay países en los que el turismo constituye una fuente privilegiada de recursos, pero sucede así porque antes de abrir espontánea e ingenuamente sus puertas a los viajeros, han creado una política e infraestructura turística, que comprende los propósitos, lineamientos, normas, procedimientos e instrumentos para recibir a paseantes de modo profesional y con un alto sentido de nacionalismo, pues es innegable que su presencia, más allá del negocio que representan, repercute en la sociedad y en el medio ambiente.

Considerar al turismo solo en su dimensión económica implica graves consecuencias en la vida social, además de atentar contra los bienes nacionales culturales y el ecosistema. Ciertamente, el turismo es una importante fuente de ingresos, pero no puede serlo a cambio de despojar a los propietarios originarios de la tierra, de alterar irremediablemente el medio ambiente, de violar las leyes laborales e, inclusive, de discriminar a los turistas mexicanos. Un país que se abre improvisadamente y con candor al turismo acaba siendo sólo una cantina y/o un burdel internacional.

Por suerte hay quienes tienen claridad sobre las implicaciones de la llamada industria turística, como los trabajadores del Sindicato del Instituto Nacional de Antropología e Historia de México, los que han salido a la defensa del patrimonio de la nación mexicana al oponerse a la instalación de un espectáculo nocturno en las Pirámides de Teotihuacan, una de las zonas arqueológicas más importantes del país, pues aseguran que las obras para colocar las luces dañan las edificaciones de esa ciudad, erigida hace miles de años.

Su protesta ha sido atendida por la Comisión Permanente del Congreso Mexicano y por el Consejo Internacional de Monumentos y Sitios de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO). El Instituto Nacional de Antropología e Historia, aval del asunto, debe suspender inmediatamente los trabajos para el montaje del negocio. La justificación de tan lamentable atentado, es que atraerá turismo. No puede ser así. Las instituciones del estado deben crear una sólida política turística y vigilarla celosamente y no solo improvisar en aras del dinero.

*FCPyS. UNAM

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