domingo, 17 de mayo de 2009

CASA DE LOS SONIDOS DE MÉXICO

Opinión

CASA DE LOS SONIDOS DE MÉXICO GUSTAVO DE LA VEGA SHIOTA*


La identidad presupone ese sentimiento que un individuo experimenta de mismidad y a la vez de continuidad con su entorno. Se expresa en una actitud mental que le hace sentirse profunda e intensamente vivo y activo. Por esas razones, jefes de familia, lideres, caudillos y gobernantes, intuitiva o pensadamente, impulsan acciones que consiguen sentimientos identitarios. El Estado nacional debe tener dentro de sus políticas acciones sensibles encaminadas a descubrir ese carácter, que hace a un pueblo mantenerse profunda e intensamente vivo y activo, particularmente porque le hace sentirse a gusto, ya que descubre, comprende y se apropia de rasgos tanto de la cultura pasada como de la presente, lo que le aporta elementos para saber adonde va y adonde no.

Por eso, en las instituciones culturales y sociales se crean estrategias para que niños, jóvenes, adultos y viejos se sientan, se sepan y se digan nacionales; en nuestro caso, tengan conciencia de mexicanos. El Estado debe impulsar una política completa que afiance lo propio ante si y ante lo ajeno. No se trata de una actitud excluyente, pero si diferenciada; en una palabra identitaria, que implica una condición para que frente a la otredad la relación sea de respeto, acuerdo y trascendencia. Las políticas culturales deben tener ese doble propósito de lo propio y lo externo, pues ambas riquezas conforman lo humano.

Precisamente en este entorno social, cultural e ideológico, recientemente fue inaugurada la Fonoteca Nacional de México, que tiene encomendada la función de preservar la memoria sonora del país, justamente como parte del patrimonio histórico nacional, lo cual implica la organización, administración y promoción de voces, música y sonidos del país. Además de tan significativa tarea, que será invaluable recurso para los investigadores de esas áreas, la Fonoteca Nacional también se propone realizar actividades de difusión y divulgación destinadas a todos los públicos, pues busca que la sociedad mexicana halle en acervos sonoros parte del patrimonio cultural del país; patrimonio que había estado prácticamente olvidado y cuyo significado social, histórico y cultural es estratégico en tiempos como los actuales, en los que se busca borrar la identidad.

Por ello, además de facilitar la consulta de su acervo a los especialistas en la cultura sonora, difundirá tal riqueza al público en general a través de visitas guiadas a sus instalaciones, las cuales están ubicadas en la emblemática Casa de Alvarado, calle de Francisco Sosa del Barrio de Santa Catarina, en el centro de Coyoacan, muy conocida por haber sido residencia del escritor mexicano Octavio Paz (1914-1998), Premio Nobel de Literatura 1990. Al igual, la Fonoteca Nacional presentará conferencias de expertos sobre ecología acústica y paisaje sonoro; artistas, músicos y profesionales del sonido; así como audiciones musicales y exposiciones. Además, impartirá cursos y talleres para formar y capacitar a documentalistas sonoros, ahora casi inexistentes en México.

Organizada un tiempo muy corto por un grupo interdisciplinario de especialistas, la Fonoteca Nacional es depositaria legal de la herencia sonora de México, que resguarda ya en bóvedas técnicamente diseñadas, que antes de esta institución, estuvo en peligro de extinguirse. Ahora ya cuenta con un acervo de 246 mil documentos, que se ha integrado con piezas de coleccionistas particulares, instituciones públicas y privadas. Seguramente muchos otros más también le confiarán sus arcas.


*Profesor de la UNAM.

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