domingo, 17 de mayo de 2009

ACCIDENTE O ATENTADO. LA INTERPRETACIÓN POPULAR Enfoque Sociológico GUSTAVO DE LA VEGA SHIOTA

Opinión

ACCIDENTE O ATENTADO. LA INTERPRETACIÓN POPULAR Enfoque Sociológico GUSTAVO DE LA VEGA SHIOTA


Resulta paradójico que frente al desarrollo científico y tecnológico contemporáneo, -ahora más que en otros tiempos- el poder fáctico busca persistentemente que la sociedad acepte su discurso en forma acrítica y como un simple acto de fe. Lejos de lograrlo la ciudadanía, apelando a su sentido común, duda y descalifica las verdades oficiales que demandan credibilidad. Por mayores recursos tecnológicos que se empleen y más melodramas de “expertos” se monten para imponer una idea, la opinión popular hace uso de su capacidad de juicio y sabiduría histórica para obtener sus propias conclusiones y construir su verdad, la que a pesar de no tener la posibilidad de verificación, si se configura como un pensamiento fehaciente y racional.

Así ha sucedido con el caso del avión que se siniestró en Las Lomas de Chapultepec de la ciudad de México a principios de este mes de noviembre y que causó mas de una docena de muertes de personas que sufrieron su impacto, en torno al cual se han divulgado desde discursos sentimentales que imploran compasión y credibilidad e inventan paladines, hasta las intituladas hipótesis de los peritos, que más que suposiciones son planteadas e insistentemente divulgadas como dogmas. Así, se impulsó inmediatamente el argumento de que no fue un acto violento planeado por el crimen organizado o por las mafias políticas, sino que simplemente fue un suceso involuntario que provocó daño. Bajo esa lógica, se debía inferir y además confiar, que no había más responsables que los que sin dolo causaron el hecho y también habían muerto.

En ese terso ambiente prefabricado, únicamente quedaba pendiente la tarea de configurar una respuesta técnicamente sofisticada que conmoviera y afligiera el ánimo de la gente y, además, generara una ganancia política, tan necesaria para un gobierno carente de legitimidad social, por lo que con presunción de eficiencia, fueron impulsadas algunas inexplicables anomalías. Lejos de ese deseo, cada día que pasa se fortalecen la duda y la incertidumbre y la sociedad va logrando construir una expresión clara del suceso y las posibles causas que lo detonaron, inclusive a partir de los propios dichos oficiales. La gente entiende que jamás podrá comprobar facticamente sus conjeturas sobre el percance, pero que sí conseguirá comprenderlo y valorarlo en el contexto político y económico del país, con lo cual el discurso oficial y los comunicadores comparsas nuevamente quedarán exhibidos. Estos últimos como mercenarios de la información.

Hoy, cualquiera que sea la causal del infortunio, han quedado evidenciadas múltiples irregularidades e irresponsabilidades de mayor importancia que el suceso mismo, como lo son la inadvertencia o tolerancia de fallas mecánicas en la nave (según lo reporta la Administración Federal de Aviación de los EUA); o las irregularidades administrativas, como la indebida licitación a empresas privadas sobre el mantenimiento de aeronaves para uso de funcionarios altos y medios del Estado; o las deficiencias en el proceso de aprobación y certificación de los pilotos que las conducen o, también, la exclusión del personal militar en asuntos que son catalogados como de seguridad nacional.

Finalmente, la ciudadanía concluye que las políticas, procedimientos y recursos de la clase gobernante están dominados por la corrupción, la ineptitud y el ansia privatizadora; que en las prácticas públicas prevalece la ilegalidad y la inmoralidad y está ausente la responsabilidad institucional de los órganos del Estado, que lo más que saben es formular votos y tener fe. Y una enseñanza histórica: quienes han impulsado con especial ahínco la privatización de todos los bienes nacionales y se han beneficiado desproporcionadamente con operaciones legaloides de esa índole, han debido sufrir en carne propia las consecuencias de una necedad irracional.

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